sábado, 27 de octubre de 2007

LA ORACIÓN DOMINICAL


PADRE NUESTRO

Cuando oramos, no son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir. Pero no sirven para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo.

Al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en si mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios.

Cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no.

Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo.

Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con el hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna.

Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos.

Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayudad de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción.

Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre, tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración. Es pues, muy conveniente valerse de estas palabras para grabar en nuestra memoria todas estas realidades. Porque todas las demás palabras que podamos decir, no dicen otra cosa que lo que ya se contienen en la oración dominical del Padre Nuestro, si hacemos la oración de modo conveniente.

(De las cartas de San Agustín)

4 comentarios:

Giocondo dijo...

Es un texto muy bonito , lo pensaré cuando recite el Padre Nuestro

Sor Purísima Rubio OIC dijo...

Sheilita: Paz y Bien.
Coincidimos en que nos gusta este comentario del Padre Nuestro, es la oración más hermosa y completa que podemos hacer, por eso es importante pararnos a reflexionar sobre su contenido.
No nos conocemos, pero me gustaría saber algo de ti.
Estaremos unidas en la oración.

Maria dijo...

es un texto muy lindo y hay que saber contemplarlo con paciencia y adoracion...
hermoso flog
que dios te guarde y bendiga a todos los que amas.
Emily

Sor Purísima Rubio OIC dijo...

Emily: Paz y Bien.
Gracias por tu comentario.
¿Quieres decirme quien eres? me agradaría saber algo más de ti.
Unidas en Jesús y María.