miércoles, 22 de julio de 2009

AÑO SANTO SACERDOTAL




“¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia…”
[4]. Explicando a sus fieles la importancia de los sacramentos decía: “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote… ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”

El Santo Cura de Ars enseñaba a sus parroquianos sobre todo con el testimonio de su vida. De su ejemplo aprendían los fieles a orar, acudiendo con gusto al sagrario para hacer una visita a Jesús Eucaristía
[12]. “No hay necesidad de hablar mucho para orar bien”, les enseñaba el Cura de Ars. “Sabemos que Jesús está allí, en el sagrario: abrámosle nuestro corazón, alegrémonos de su presencia. Ésta es la mejor oración”[13]. Y les persuadía: “Venid a comulgar, hijos míos, venid donde Jesús. Venid a vivir de Él para poder vivir con Él…”[14]. “Es verdad que no sois dignos, pero lo necesitáis”[15]. Dicha educación de los fieles en la presencia eucarística y en la comunión era particularmente eficaz cuando lo veían celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Los que asistían decían que “no se podía encontrar una figura que expresase mejor la adoración… Contemplaba la hostia con amor”[16]. Les decía: “Todas las buenas obras juntas no son comparables al Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra de Dios”[17]. Estaba convencido de que todo el fervor en la vida de un sacerdote dependía de la Misa: “La causa de la relajación del sacerdote es que descuida la Misa. Dios mío, ¡qué pena el sacerdote que celebra como si estuviese haciendo algo ordinario!”[18]. Siempre que celebraba, tenía la costumbre de ofrecer también la propia vida como sacrificio: “¡Cómo aprovecha a un sacerdote ofrecerse a Dios en sacrificio todas las mañanas!”[19].


Oración por los Sacerdotes


Padre,
Haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la seductora memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles.

Danos santos ministros del altar,
Que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía,
Sacramento del don supremo de Cristo
Para la redención del mundo.

Lama a ministros de tu misericordia
que, mediante el sacramento de la Reconciliación,
derramen el gozo de tu perdón.

Padre,
Haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosa inspiraciones del Espíritu de tu Hijo
y, dócil a sus enseñanzas,
Fomente vocaciones al ministerio sacerdotal
y a la vida consagrada.

Fortalece a los Obispos, sacerdotes, diáconos,
A los consagrados y a todos los bautizados en Cristo
Para que cumplan fielmente su misión
Al servicio del Evangelio.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.

Benedicto XVI