domingo, 20 de febrero de 2011

PALABRAS DEL PAPA


Benedicto XVI en su catequesis explicó:


La Cruz de san Juan


De sus cuatro grandes obras místicas, el Papa destacó las enseñanzas del santo sobre el camino de purificación que el alma debe recorrer hasta su unión mística con Dios.


Esta purificación “es propuesta como un camino que el hombre emprende, colaborando con la acción divina, para liberar el alma de todo apego o afecto contrario a la voluntad de Dios”.


“Según Juan de la Cruz, todo lo que existe, creado por Dios, es bueno. A través de las criaturas, podemos llegar al descubrimiento de Aquel que nos ha dejado en ellas su huella”, explicó.


Sin embargo, cualquier cosa creada “no es nada comparada con Dios y nada vale fuera de Él: en consecuencia, para llegar al amor perfecto de Dios, cualquier otro amor debe conformarse en Cristo al amor divino”.


Por ello, esta “purificación”, subrayó Benedicto XVI, “no consiste en la simple falta física de las cosas o de su uso; lo que hace al alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas. Todo debe colocarse en Dios como centro y fin de la vida”.


En este sentido, añadió el Papa, este proceso de purificación “exige el esfuerzo personal, pero el verdadero protagonista es Dios: todo lo que el hombre puede hacer es 'disponerse', estar abierto a la acción divina y no ponerle obstáculos”.


El esfuerzo humano, prosiguió, “es incapaz por sí solo de llegar hasta las raíces profundas de las inclinaciones y de las malas costumbres de la persona: las puede frenar, pero no desarraigarlas totalmente”.


“Para hacerlo, es necesaria la acción especial de Dios que purifica radicalmente el espíritu y lo dispone a la unión de amor con Él”, afirmó el Pontífice. “En este estado, el alma es sometida a todo tipo de pruebas, como si se encontrase en una noche oscura”.


“Cuando se llega a esta meta, el alma se sumerge en la misma vida trinitaria, de forma que san Juan afirma que ésta llega a amar a Dios con el mismo amor con que Él la ama, porque la ama en el Espíritu Santo”.


lunes, 7 de febrero de 2011

SEMBRAR ALEGRÍAS


HOY SEMBRARÉ



Hoy sembraré una sonrisa... para que haya más alegría.

Hoy sembraré una palabra consoladora... para cosechar serenidad.

Hoy sembraré un gesto de caridad... para que haya más amor.

Hoy sembraré una oración... para que el hombre esté más cerca de Dios.

Hoy sembraré palabras y gestos de verdad... para que no crezca la mentira.

Hoy sembraré serenidad de acciones... para colaborar con la paz.

Hoy sembraré un gesto pacífico... para que haya menos nervios.

Hoy sembraré en mi mente una buena lectura... para el gozo de mi espíritu.

Hoy sembraré justicia en mis gestos y palabras... para que reine la verdad.

Hoy sembraré un gesto de delicadeza... para que haya más bondad.


SI CADA UNO DE NOSOTROS EN EL DIA DE HOY SEMBRAMOS AL MENOS ALGUNAS DE ESTAS SEMILLAS... posiblemente nos podamos mirar como verdaderos Hermanos, Hijos de un mismo DIOS CREADOR y colaboradores de un mundo más humano...


martes, 1 de febrero de 2011

DÍA DE LA VIDA CONSAGRADA

3 de febrero 2011

VOCACION

"Jesús, poniendo en él los ojos, le amó".

3. "Jesús, poniendo en él los ojos, le amó" y le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme". Aunque sabemos que estas palabras, dichas al joven rico, no fueron acogidas por él, sin embargo su contenido merece una atenta reflexión; éstas nos presentan efectivamente la estructura interior de la vocación.

"Jesús, poniendo en él los ojos, le amó". Este es el amor del Redentor: un amor que brota de toda la profundidad divino-humana de la Redención. En él se refleja el eterno amor del Padre, que "tanto amó... al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna". El Hijo, lleno de ese amor, aceptó la misión del Padre en el Espíritu Santo, y se hizo Redentor del mundo. El amor del Padre se reveló en el Hijo como amor que salva. Precisamente este amor constituye el verdadero precio de la Redención del hombre y del mundo. Los Apóstoles de Cristo hablan del precio de la Redención con una profunda emoción: "habéis sido rescatados... no con plata y oro, corruptibles..., sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha", escribe San Pedro. "Habéis sido comprados a precio", afirma San Pablo.

La llamada al camino de los consejos evangélicos nace del encuentro interior con el amor de Cristo, que es amor redentor. Cristo llama precisamente mediante este amor suyo. En la estructura de la vocación, el encuentro con este amor resulta algo específicamente personal. Cuando Cristo "después de haber puesto los ojos en vosotros, os amó", llamando a cada uno y a cada una de vosotros, queridos Religiosos y Religiosas, aquel amor suyo redentor se dirigió a una determinada persona, tomando al mismo tiempo características esponsales: se hizo amor de elección. Tal amor abarca a toda la persona, espíritu y cuerpo, sea hombre o mujer, en su único e irrepetible "yo" personal. Aquél que, dándose eternamente al Padre, se "da" a sí mismo en el misterio de la Redención, ha llamado al hombre a fin de que éste, a su vez, se entregue enteramente a un particular servicio a la obra de la Redención mediante su pertenencia a una Comunidad fraterna, reconocida y aprobada por la Iglesia. Acaso no son eco precisamente de esta llamada las palabras de San Pablo: "¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo... y que, por tanto, no os pertenecéis? Habéis sido comprados a precio".

Sí, el amor de Cristo ha alcanzado a cada uno y cada una de vosotros, queridos Hermanos y Hermanas, con aquel mismo "precio" de la Redención. Como consecuencia de esto, os habéis dado cuenta de que ya no os pertenecéis a vosotros mismos, sino a Él. Esta nueva conciencia ha sido el fruto de la "mirada amorosa" de Cristo en el secreto de vuestro corazón. Habéis respondido a esta mirada, escogiendo a Aquél que antes ha elegido a cada uno y cada una de vosotros, llamándoos con la inmensidad de su amor redentor. Llamando "por nombre", su llamada se dirige siempre a la libertad del hombre. Cristo dice: "si quieres...". La respuesta a esta llamada es, pues, una opción libre. Habéis escogido a Jesús de Nazaret, el Redentor del mundo, escogiendo el camino que El os ha indicado.

"Si quieres ser perfecto..."

"Tendrás un tesoro en el cielo"

5. La vocación trae consigo la respuesta a la pregunta: ¿para qué ser hombre y cómo serlo? Esta respuesta da una nueva dimensión a toda la vida y establece su sentido definitivo. Tal sentido emerge en el horizonte de la paradoja evangélica sobre la vida que se pierde queriendo salvarla, y que, por el contrario, se salva perdiéndola "por Cristo y el Evangelio", como leemos en Marcos.

Exhortación Apostólica

Redemptionis Donum

de Su Santidad Juan Pablo II