jueves, 24 de marzo de 2011

ANUNCIACIÓN DE MARÍA 25 de marzo

               Hágase...

. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3, 16).

El fiat de María , ‘sí’ de María. Nuestra salvación dependió en este sentido de la respuesta de María.

San Lucas, en el capítulo 1 de su Evangelio, traza algunas características del asentimiento de la Virgen. Un fiat progresivo, en el que el primer paso es la escucha de la palabra. El ángel encontró a María en la disposición necesaria para comunicar su mensaje. En la casa de Nazaret reinaban la paz, el silencio, el trabajo, el amor, en medio de las ocupaciones cotidianas. Después la palabra es acogida: María la interioriza, la hace suya, la guarda en su corazón. Esa palabra, aceptada en lo profundo, se hace vida. Es una donación constante, que no se limita al momento de la Anunciación. Todas las páginas de su vida, las claras y las oscuras, las conocidas y las ocultas, serán un homenaje de amor a Dios: un ‘sí’ pronunciado en Nazaret y sostenido hasta el Calvario. El fiat de María es generoso. No sólo porque lo sostuvo durante toda su vida, sino también por la intensidad de cada momento, por la disponibilidad para hacer lo que Dios le pedía a cada instante.

Como Dios quiso necesitar de María, ha querido contar con la ayuda que nosotros podemos prestarle. Como Dios anhelaba escuchar de sus labios purísimos “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), Dios quiere que de nuestra boca y de nuestro corazón brote también un ‘sí’ generoso. Del fiat de María dependía la salvación de todos los hombres. Del nuestro, ciertamente no. Pero es verdad que la salvación de muchas almas, la felicidad de muchos hombres está íntimamente ligada a nuestra generosidad.

Cada día es una oportunidad para que nosotros también pronunciemos un fiat lleno de amor a Dios, en las pequeñas y grandes cosas. Siempre decirle que sí, siempre agradarle. El ejemplo de María nos ilumina y nos guía. Nos da la certeza de que aunque a veces sea difícil aceptar la voluntad de Dios, nos llena de felicidad y de paz.

Cuando Dios nos pida algo, no pensemos si nos cuesta o no. Consideremos la dicha de que el Señor nos visita y nos habla. Recordemos que con esta sencilla palabra: fiat, sí, dicha con amor, Dios puede hacer maravillas a través de nosotros, como lo hizo en María.


lunes, 21 de marzo de 2011

DESIERTO - CUARESMA


HACER EXPERIENCIA DE DESIERTO.


El Señor te ha concedido el don y el privilegio de vivir este tiempo solo para Él.

Siempre te desenvuelves en una vida en la que todo es prisa, quehacer, entrega a los demás, servicio, olvido de ti mismo, disponibilidad. Ahora, puedes vivir estas mismas actitudes positivas, con un objetivo muy peculiar: centrar tu vida en Él, vivir sólo para Él, que es para ti el sentido más profundo de todo en tu vida.

Irás comprendiendo, poco a poco, que la disponibilidad en la vida diaria te prepara para vivir abierto al Señor. Verás también en tu oración que tu entrega al Señor es siempre el alma que te alienta cada día. Dios te concederá la gracia de reencontrarte intensamente con esta alma. Vívelo todo en su paz, inmerso en su amor y en su presencia.

Por su gracia, el desierto será un camino de amor y de presencia. Su amor te acompañará día a día. Su presencia será siempre una luz en tu ruta: la lámpara que ilumina tus pasos. Llegarás a percibir que la mirada del Señor sobre tu vida te serena y te da paz.

Comprenderás interiormente que Jesús es tu descanso, que tú, como María, has de ser casa de Dios y también Betania, la casa del pobre. Porque en el silencio has de buscar vivir en la soledad solidaria del corazón.

Los pobres han de tener su lugar en tu desierto. Con su misericordia podrás vivir la verdad de tu vida centrada solo en Dios, a quien quieres servir con un corazón no dividido. Porque tú, libremente, le quisiste decir como María "He aquí la esclava del Señor".

Que nunca te inquieten tus miserias. En estos días de cuaresma en el silencio tus pobrezas resonarán en tu alma más fuertemente que nunca. Muchas veces serán el trasfondo de tu oración: te sentirás más pobre y pequeño que nunca. Llorarás al sentirte solo y desprotegido, indefenso ante Dios.

Ten paz. No te inquietes por nada, porque Él es tu misericordia y confía en tu amor de fidelidad. Verás como el desierto florecerá, porque cuando lo buscas con sinceridad de corazón en el silencio y en la soledad solidaria, Él te mostrará su rostro de amor.

Sigue en la ruta y confía en Él. Abandonate en sus manos amorosas de Padre.

Repite, lentamente, la oración del abandono: "Padre mío, me abandono a ti…". "Haz de mi lo que quieras…".

Jaume Boada i Rafí O.P


jueves, 10 de marzo de 2011

SAN JOSÉ 19 de marzo



 BENDITO SEAS SAN JOSE

¡Bendito seas San José,

que fuiste testigo de la Gloria de Dios en la tierra.

Bendito sea el Padre Eterno que te escogió.

Bendito sea el Hijo que te amó

y el Espíritu Santo que te santificó.

Bendita sea María que te amó!





INVOCACION A SAN JOSE


"San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,

tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber,

tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos.

Protege bondadosamente a los que recurren confiadamente a ti.

Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.

Se dirigen a ti porque saben que tú los comprendes y proteges.

Tú también conociste pruebas, cansancio y trabajos.

Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida,

tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría

por el íntimo trato que goza con el Hijo de Dios,

el cual te fue confiado a ti a la vez que a María, su tierna Madre.

Amén." -- Juan XXIII


ACORDAOS

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.


sábado, 5 de marzo de 2011

DIOS TE AMA





El amor brilla en las almas que tienen a Dios


Oh Dios mío, tu amor me envuelve noche y día.

“Señor, Tú me escrutas y me conoces,

Tú sabes cuándo me siento y cuándo me levanto.

De lejos penetras mis pensamientos,

me escrutas, cuando camino y cuando descanso.

Te son familiares todas mis sendas...

Me envuelves por detrás y por delante

y pones sobre mí tu mano.

¿A dónde iré lejos de tu aliento,

dónde me refugiaré lejos de tu rostro?

Si subo al cielo, allí estás Tú,

y si bajo a los abismos, allí estás Tú.

Si me voy a vivir más allá de los mares,

allí también me guía tu mano y me aferra tu diestra.

Si dijera que, al menos, la oscuridad me cubra

y en torno a mí se haga de noche,

ni siquiera son para ti las tinieblas oscuras,

pues la noche te es clara como el día

y para ti las tinieblas son como la luz...

Mírame, oh Dios, y examina mi corazón.

Pruébame y conoce mis inquietudes.

Y mira, si mi camino es torcido,

y condúceme por sendas de eternidad” (Sal 139).