domingo, 24 de abril de 2011

¡Cristo ha resucitado!

¡Cristo ha resucitado!
                                             María Magdalena.
Llora desconsolada. Cristo se le aparece bajo la forma del jardinero y
pregunta… «Mujer, ¿por qué lloras?»

A nosotros también nos ocurre que el Señor se nos
“esconde”, no lo hayamos con la facilidad de antes, y podría tocar a nuestra
puerta el llanto, la desazón… Pero es necesario abrir bien los ojos. María
todavía no tiene una fe plena en su Señor. Él ha muerto, y parece que todo ha
terminado… ¡Lo tiene delante y no lo reconoce!

¿No nos sucede a nosotros otro tanto? Cristo está
delante de nosotros en esa situación difícil, en ese fracaso aparente, en las
pequeñas cruces de todos los días. Y nos pregunta, nos grita de mil maneras
diversas, ¿por qué lloras? ¿No te has dado cuenta que he resucitado y estoy
contigo para siempre?
Nos resulta urgente abrir los ojos de la fe. Cristo no
acostumbra aparecer como Yahvé en el Antiguo Testamento. No hay rayos ni
temblores. Jesucristo resucitado no quiere que le tengamos miedo y opta por lo sencillo.
¡Cristo camina con nosotros en lo cotidiano! Jesucristo se nos quiere
manifestar en el trato con la familia, en la relación con el compañero de
trabajo, la vecina, el cumplimiento del deber cotidiano. ¡Lo tenemos delante de
los ojos, pero muchas veces no queremos descubrirlo! Da la impresión, en
ocasiones, que conocer a Cristo sería más “fácil” si pusiera requisitos más complicados…
pero a Cristo se le conoce en la humildad de lo ordinario vivido de modo
extraordinario.
“¡Levántate tú que duermes, y te iluminará Cristo!” nos
anuncia la liturgia pascual. Pero podríamos decir también, levántate tú que
estás abatido, triste, confundido, y sal al encuentro del Resucitado. Él ha
olvidado ya tu pasado, tus traiciones e infidelidades. Él quiere secar hoy tus
lágrimas. Es por eso que, como con María Magdalena, quiere iniciar contigo
ahora un diálogo de corazón a Corazón…
María Magdalena es una mujer que ama profundamente a
Jesucristo.
En nuestra vida también hay enormes dificultades y
algunas nos parecen incluso imposibles. Sin embargo, el amor de un alma
convencida se crece ante la adversidad. Su amor es tan intenso que, de un
cierto modo, le descubre que Cristo resucitado está a su lado. Sólo le interesa
encontrarlo, poseerlo y darse a Él sin medida.

Enséñame, Cristo resucitado, a descubrirte, para ser un instrumento de tu
amor, a buscar las cosas de arriba y a gozar de tu presencia a lo largo del
día. Transfórmame, como a los primeros discípulos, en un apóstol convencido de
tu resurrección, capaz de darlo todo por Ti.

                           ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!!!!!

sábado, 16 de abril de 2011

SEMANA SANTA

 


Sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical.
Benedicto XVI