domingo, 23 de diciembre de 2012

Solemnidad de la Natividad del Señor


¡Venid… adoremos!..

El Padre de las misericordias envió a su Hijo Jesús, que se encarnó en el seno de María y plantó su tienda entre nosotros (Jn 1,14), vistiéndose de nuestra humanidad frágil y menesterosa. Cristo, «siendo rico..., quiso elegir la pobreza en el mundo con la beatísima Virgen, su madre» (Así, con su humildad y pequeñez, ofrece a todos la posibilidad de acercarse a él y de acogerlo.

La tienda que Dios ha plantado, en Cristo, entre nosotros es la tienda de la comunión y de la alianza. A Dios no le gustan las distancias. El Hijo, anhelando buscar al hombre, deja al Padre, se hace uno de nosotros y nos hace «ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios». Para ello «se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo... hasta someterse incluso a la muerte». El camino que conduce al encuentro con el otro, el camino de la fraternidad, necesita recorrer esas mismas etapas: para ser fiesta del abrazo y de la unidad, es menester que antes sea kénosis, vaciamiento de uno mismo; para ser relación creativa y generadora de vida, ha de pasar antes por la muerte al egoísmo.

Dios viene a nosotros y quiere permanecer entre nosotros. Se hace pan eucarístico para que lo comamos y nos transformemos en Él. Pan de comunión que proviene de la "fracción", del "hacerse a trozos" por nosotros. Y que se renueva diariamente, porque la fraternidad es tarea de cada día.

El deseo de Dios de estar con todos los hombres se realizó de manera ejemplar en María, tienda de la alianza y de la acogida, que dio al Verbo la carne de la humanidad. Francisco exclama con admiración: «Salve, Señora... santa Madre de Dios.

El misterio de la Navidad conlleva el acoger y ofrecer morada al Dios que viene y que quiere ser esperado y recibido por un corazón puro, libre y pobre, enteramente vuelto a Él. Así es como nos dejamos transformar y "divinizar". "Dios se hizo hombre para que el hombre se vuelva semejante a Dios». Esta semejanza con Dios es misión, profecía y compromiso para hacer más humano el mundo en que vivimos.

¡Que el Espíritu Santo caldee nuestros corazones y los transforme en epifanía de la bondad de Dios, nuestro Salvador, y de su amor a todos los hombres!

Ministro General OFM

 

Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

 

Os ha nacido el Salvador...hoy abre tu corazón y recíbele con amor, para que permanezca en ti las bendiciones, la felicidad, la paz y el amor.

 

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!


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