Gracias, Padre, por tu Hijo
Jesucristo, Esposo fiel de la Iglesia. Renueva Tú en nosotros el fuego de tu
Amor, la dicha y la alegría de vivir la verdadera castidad y la pureza sincera,
de cuerpo, mente y corazón, una auténtica humanidad plena en la santidad de
nuestra consagración.
Señor, te pedimos por todos los
jóvenes que te buscan aun sin saberlo; condúceles al encuentro con tu Amor, de
modo que descubran un nuevo horizonte en sus vidas y, con ello, una orientación
vocacional decisiva.
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