martes, 14 de agosto de 2018

Santa Beatriz de Silva


17 de agosto


El día 3 de octubre de 1976, el papa Pablo VI canonizó a Beatriz de Silva, Fundadora de las Monjas Concepcionistas Franciscanas

La fascinación de María, Virgen Inmaculada

La blanca limpieza de la Virgen fue el ideal de su vida; lo subraya su primer biógrafo: «Se le fue acrecentando la gracia de una singular devoción a la Concepción sin mancilla de la Reina del Cielo, de la cual, desde que algo supo, fue entrañablemente devota». Aquella devoción la legó, como herencia significativa, a sus hijas espirituales, disponiendo que ella fuera la característica de la nueva Orden, «una Orden -y usamos ahora las expresiones de otro antiguo biógrafo suyo- en la que, por deber, no menos que por significación de hábito y Regla, aprobada por la santa Iglesia de Roma, fuese esta Santísima Concepción de la Virgen gloriosa, honrada, afirmada y ensalzada con continuas alabanzas». De esta forma, no pocos siglos antes de la proclamación del dogma, y mientras todavía hervían las discusiones teológicas, la Inmaculada Concepción se manifestaba como fuerza viva en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia, suscitando una Orden contemplativa que se inspiraba en el níveo fulgor de la «Toda pura» y recibía de ella energías para una más generosa consagración a Cristo, en el cotidiano esfuerzo para no apartar nada de la dulce soberanía de su amor.
Esta es la invitación que, como síntesis de toda su experiencia espiritual, nos dirige hoy Santa Beatriz de Silva: mirar a María Inmaculada, seguir su ejemplo, invocar su protección, porque en el providente designio de salvación «la Madre de Jesús... brilla en este mundo... ante el Pueblo de Dios peregrino, como signo de segura esperanza y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor» (Lumen Gentium, 68).



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