viernes, 9 de febrero de 2007

Concepcionistas Franciscanas






ORDEN DE LA

INMACULADA
CONCEPCION

Sta. Beatriz de Silva, fiel reflejo de María Inmaculada,
inspirada por el Espíritu Santo fundó una Orden
a honra y gloria de María en el misterio de su Concepción Inmaculada.

Los Hermanos Franciscanos, defensores del gran misterio
de María Inmaculada, por la unión con el mismo carisma,
con el mismo espíritu y veneración de la
Inmaculada Concepción, forman parte de la identidad
de las Concepcionistas Franciscanas.

La Orden de la Inmaculada, llamadas también
Concepcionistas Franciscanas,
es una Orden íntegramente contemplativa.
Seducidas por el amor eterno de Dios viven el misterio de Cristo
desde la fe y la oración constante, manteniendo viva la lámpara
que el espíritu encendió en Sta. Beatriz.

La Concepcionista se consagra totalmente a Dios,
desposándose con Jesucristo, a honra de la Concepción
Inmaculada de su Madre,
viviendo los consejos evangélicos.

Realizan el seguimiento de Cristo, a ejemplo de María, en el silencio
que facilita la escucha de la palabra, en la obediencia a los planes de Dios,
en las sencillas tareas cotidianas de la vida y en la entrega generosa
de la capacidad de amar, del deseo de poseer
y la libertad de disponer libremente de la propia vida.

La contemplación es su apostolado.
Con ella ilustran al pueblo de Dios, lo mueven con su ejemplo
y lo dilatan con misteriosa fecundidad apostólica.

(CC.GG. de la Orden).


¿Quieres seguir a Jesús?...

Vamos a hacerlo con María. Ella, por el misterio de su Concepción Inmaculada
y enriquecida desde el primer instante con una santidad singular,
hecha nueva criatura por el Espíritu Santo, se convierte en sagrario viviente.
A esto estamos llamadas.

¿Quieres ser feliz?

Como María pronuncia tu Sí,
y serás feliz.


Virgen Inmaculada Madre de Dios y Madre de los hombres.
Toca el corazón de nuestros jóvenes para que descubran a Cristo
y se entreguen a El.
Hazles generosos, puros, trabajadores, hombres y mujeres de fe.
Danos una juventud nueva, santos nuevos, como quiere el Papa,
para que siguas eligiendo entre ellos almas valientes que te sigan de cerca,
en el sacerdocio, en las misiones, en la vida contemplativa
que perpetuamente oren y se inmolen con Jesucristo tu divino Hijo,
para la salvación del mundo y la santificación de los sacerdotes.
Madre del si, hazles saborear la alegría de la entrega,
la grandeza del amor generoso, y la necesidad que tienen el mundo
y la Iglesia de jóvenes santos.

Derrama sobre los jóvenes
tus bendiciones y llénalos de los dones del Espíritu.
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