miércoles, 21 de febrero de 2007

ORACIÓN Y VIDA




LA EXPERIENCIA DE DIOS COMO FRUTO DE LA ORACION

De la oración auténtica y profunda que es la vida de unión con Dios.
La experiencia de Dios que no se trata de reflexiones y conceptos sobre Dios, sino vivir su presencia real, viva y verdadera, directa e inmediata.
Es esa paz profunda que nos llena de la misma paz de Dios.
Es esa experiencia de amor y unión total con Dios.
Puedo percibir esa presencia cuando estoy rezando o cuando estoy trabajando.
Siempre puedo estar en actitud orante, en actitud de atención amorosa. En actitud.
La experiencia de Dios conmueve todo nuestro ser.
Se siente en el fondo del alma como presencia viva de Dios, como plenitud de amor y unión con El, como gozo íntimo y desbordante.
San Pablo dice que la presencia de Dios en nuestro corazón si está despojado de todo apego nos comunica sus dones y nos da a gustar su sabiduría.
ESTAS EXPERIENCIAS SON UN REGALO DE DIOS
Pero las horas de oración deben disponerme a recibir este regalo.
Cuando se viven estas experiencias va aumentando nuestra consciencia de Dios, nuestro percibir que Dios está con nosotros siempre y en todo momento.
Asi nuestra vida será oración, y amor y servicio a Dios en todos.
La oración auténtica y profunda transforma mi vida cuando la vivo desde dentro, desde lo más profundo de mi ser.
Transforma mi vida cuando vivo una unión de amor con Dios.
Así el Espiritu de Dios, la experiencia en mi corazón actúa y se manifiesta en todas las circunstancias de mi vida.
La vida transformada no está centrada sobre mi yo, sino sobre Dios.
Es Dios el centro de mi vida.
Y es Dios el que transforma mi vida desde lo profundo de mi ser.
Esta transformación auténtica no consiste en un cambio externo y superficial conseguido con mis propósitos y esfuerzos.
Sino que va surgiendo desde una oración profunda, progresivamente, que se experimenta, que brota desde dentro, sin propósitos ni programaciones.
Mi transformación será vivir desde Dios.
Dios en mi y yo en El, que es mi consistencia, mi fuerza, mi luz, mi verdad, mi vida.
El y solo El es el que me puede llenar por dentro y por fuera.
El es el reino de Dios dentro de nosotros y el reino que hemos de irradiar en toda nuestra existencia.
Esta transformación interior se manifiesta en una vivencia de amor profundo, de entrega y de disponibilidad para con todos.
Un amor que comparte lo que somos y lo que tenemos.
Esta transformación nos va descubriendo una verdadera escala de valores.
Percibimos serenidad,paz interior que nada ni nadie nos puede quitar.
Tenemos el gozo interior del que siente que está en manos de Dios y su cariño y ternura.
En cambio la oración superficial no transforma la vida de nadie.
De ella solo surgen cambios externos, ya que los propósitos, los buenos deseos y los proyectos no afectan a las raíces profundas de la persona y por tanto no la transforman desde dentro.

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M.J.Fernández M.

viernes, 9 de febrero de 2007

Concepcionistas Franciscanas






ORDEN DE LA

INMACULADA
CONCEPCION

Sta. Beatriz de Silva, fiel reflejo de María Inmaculada,
inspirada por el Espíritu Santo fundó una Orden
a honra y gloria de María en el misterio de su Concepción Inmaculada.

Los Hermanos Franciscanos, defensores del gran misterio
de María Inmaculada, por la unión con el mismo carisma,
con el mismo espíritu y veneración de la
Inmaculada Concepción, forman parte de la identidad
de las Concepcionistas Franciscanas.

La Orden de la Inmaculada, llamadas también
Concepcionistas Franciscanas,
es una Orden íntegramente contemplativa.
Seducidas por el amor eterno de Dios viven el misterio de Cristo
desde la fe y la oración constante, manteniendo viva la lámpara
que el espíritu encendió en Sta. Beatriz.

La Concepcionista se consagra totalmente a Dios,
desposándose con Jesucristo, a honra de la Concepción
Inmaculada de su Madre,
viviendo los consejos evangélicos.

Realizan el seguimiento de Cristo, a ejemplo de María, en el silencio
que facilita la escucha de la palabra, en la obediencia a los planes de Dios,
en las sencillas tareas cotidianas de la vida y en la entrega generosa
de la capacidad de amar, del deseo de poseer
y la libertad de disponer libremente de la propia vida.

La contemplación es su apostolado.
Con ella ilustran al pueblo de Dios, lo mueven con su ejemplo
y lo dilatan con misteriosa fecundidad apostólica.

(CC.GG. de la Orden).


¿Quieres seguir a Jesús?...

Vamos a hacerlo con María. Ella, por el misterio de su Concepción Inmaculada
y enriquecida desde el primer instante con una santidad singular,
hecha nueva criatura por el Espíritu Santo, se convierte en sagrario viviente.
A esto estamos llamadas.

¿Quieres ser feliz?

Como María pronuncia tu Sí,
y serás feliz.


Virgen Inmaculada Madre de Dios y Madre de los hombres.
Toca el corazón de nuestros jóvenes para que descubran a Cristo
y se entreguen a El.
Hazles generosos, puros, trabajadores, hombres y mujeres de fe.
Danos una juventud nueva, santos nuevos, como quiere el Papa,
para que siguas eligiendo entre ellos almas valientes que te sigan de cerca,
en el sacerdocio, en las misiones, en la vida contemplativa
que perpetuamente oren y se inmolen con Jesucristo tu divino Hijo,
para la salvación del mundo y la santificación de los sacerdotes.
Madre del si, hazles saborear la alegría de la entrega,
la grandeza del amor generoso, y la necesidad que tienen el mundo
y la Iglesia de jóvenes santos.

Derrama sobre los jóvenes
tus bendiciones y llénalos de los dones del Espíritu.
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