viernes, 25 de julio de 2008

¡Qué admirables son tus obras, Señor!!..



EN LAS MANOS DEL ALFARERO

Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.
Jeremías 18:4
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Según le pareció –
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Se despertó está mañana? Naturalmente que sí.
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La primera cosa que debería haber pasado por nuestra mente al abrir los ojos sería esto: Dios no ha terminado aún conmigo.
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El hecho que aún estemos vivos es una prueba muy positiva de que Dios aún no ha terminado de darle forma a nuestra vida.
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Un promedio de ciento cincuenta y tres mil personas terminaron ayer de estar en la rueda del alfarero. De hecho, antes de que termines de leer esta reflexión otros 321 morirán.
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Dios decidió que hoy nuestra vida estuviera aún en las manos del alfarero porque Dios ha considerado digno de rehacernos. Esta es una noticia digna de celebrarse.
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Naturalmente, hay otra faceta en el encuentro de Jeremías con el Alfarero. Lo obvio es que nosotros no somos el Alfarero. No podemos decidir qué clase de vasija vamos a ser, pero si decidiremos cuanto se va a lograr en el proceso de reconstrucción.
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Podemos mirar la obra divina que le está dando forma hoy o simplemente ser ciego a lo largo del camino de la vida hasta llegar a ser uno más de los 153.000 que mueren cada día. Yo, personalmente, hoy escojo ver la mano de Dios trabajando en mi vida.
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Yo quiero que él me reconstruya para hacer una diferencia. Si mañana aún estoy vivo, yo usaré lo que he aprendido de la mano del Alfarero hoy.
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La Palabra Hebrea que se usa en este verso para “según le pareció” nos ayuda a ver la imagen de la decisión soberana de Dios es “yashar”, es un verbo que significa: “derecho, recto o agradable.”
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Este verbo tiene un uso tanto físico como ético. De hecho es a menudo usado en descripciones que tienen que ver con justicia. Dios no está haciendo de nosotros vasijas simplemente justas o rectas, pero él está haciendo vasijas que le complacen o le agradan a él y él se siente muy complacido cuando sus vasijas reflejan su carácter.
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De la misma manera como un famoso artista o artesano lo hace, Dios coloca su firma con estilo en nosotros, y su firma es reconocida por todos. Porque somos la vasija de Dios, somos como la mano de quién nos hizo y hasta que no reflejemos esa mano, el proceso de reconstrucción de nuestra vida continuará.
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Bienvenido al día de las Vasijas como complacen al Alfarero.
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Señor. Gracias por la obra tuya en mi vida hoy. Tú eres el Alfarero y yo tu vasija. Trabaja en mí hoy hasta que se refleje tu mano en cada detalle de mi vida.
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Gracias, Señor, por amarme.

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(Copia enviada por una amiga)