jueves, 26 de noviembre de 2009

VIRGEN MILAGROSA



ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
A LA MILAGROSA

Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios. Yo os prometo, virgen purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro amor. Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. Amén.

PARA OBTENER UNA GRACIA ESPECIAL

¡Oh María, consuelo de cuantos os invocan!. Escuchad benigna la confiada oración que en mi necesidad elevo al trono de vuestra misericordia. ¿A quién podré recurrir mejor que a Vos, Virgen bendita, que sólo respiráis dignidad y clemencia, que dueña de todos los bienes de Dios, sólo pensáis en difundirlos en torno vuestro? Sed pues mi amparo, mi esperanza en esta ocasión; y ya que devotamente pende de mi cuello la Medalla Milagrosa, prenda inestimable de vuestro amor, concededme, Madre Inmaculada, concededme la gracia que con tanta insistencia os pido.

¡Oh María, sin pecado concebida!
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

COSAS QUE AYUDAN A ALCANZAR LA DEVOCIÓN


Las cosas, pues, que ayudan a la devoción son muchas; porque primeramente hace mucho al caso tomar estos santos ejercicios muy de veras y muy a pechos, con un corazón muy determinado y ofrecido a todo lo que fuere necesario para alcanzar esta preciosa margarita, por arduo y dificultoso que sea, porque es cierto que ninguna cosa grande hay que no sea dificultosa, y así también lo es ésta, a lo menos a los principios.

Ayuda la guarda del corazón, de todo género de pensamientos ociosos y vanos. La guarda de los sentidos, especialmente de los ojos y de los oídos y de la lengua, porque por la lengua se derrama el corazón, y por los ojos y oídos se hinche de diversas imaginaciones, de cosas con que se perturba la paz y sosiego del ánima. Por donde con razón se dice que el contemplativo ha de ser recogido.

Ayuda para esto mismo la soledad, porque no sólo quita las ocasiones de distraimiento a los sentidos y al corazón y las ocasiones de los pecados, sino también convida al hombre a que more dentro de sí mismo y trate con Dios y consigo, movido con la oportunidad del lugar, que no admite otra compañía que ésta.

Ayuda, la lección de los libros espirituales y devotos, porque dan materia de consideración y recogen el corazón y despiertan la devoción y hacen que el hombre de buena gana piense en aquello que lo supo dulcemente; mas antes siempre se representa a la memoria lo que abunda en el corazón.

Ayuda la memoria continua de Dios, y el andar siempre en su presencia, y el uso de aquellas breves oraciones que San Agustín llama jaculatorias, porque éstas guardan la casa del corazón y conservan el calor de la devoción. Y así se halla el hombre a cada hora pronto para llegarse a la oración. Éste es uno de los principales documentos de la vida espiritual, y uno de los mayores remedios para aquellos que ni tienen tiempo ni lugar para darse a la oración, y el que trajere siempre este cuidado, en poco tiempo aprovechará muy mucho.

Ayudan, finalmente, las obras de misericordia, porque nos dan confianza para padecer delante de Dios y acompañan nuestras oraciones con servicios, porque no se pueden llamar del todo ruegos secos, y merecen que sea misericordiosamente recibida la oración, pues procede de misericordioso corazón.

San Pedro de Alcántara