2 de
febrero de 2015
Señor, que mi consagración me lleve a amar
más y mejor…
“La vida consagrada, enraizada
profundamente en los ejemplos y enseñanzas de Cristo el Señor, es un don de
Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu. Con la profesión de los
consejos evangélicos los rasgos característicos de Jesús —virgen, pobre y obediente—
tienen una típica y permanente ‘visibilidad’ en medio del mundo, y la mirada de
los fieles es atraída hacia el misterio del Reino de Dios que ya actúa en la
historia, pero espera su plena realización en el cielo”.
Exhortación
apostólica-Juan Pablo II
Que María, Mujer eucarística, ayude a cuantos estan llamados
a una intimidad especial con Cristo a participar asiduamente en la santa misa y
nos obtenga el don de una obediencia pronta, de una pobreza fiel y de una
virginidad fecunda; que nos convierta en discípulos santos de Cristo
eucarístico.
Juan Pablo II
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