Adorando al Niño le ofrecieron
sus dones.
Se apresuraron a adorarle.
Dios tiene la máxima prioridad.
Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la
causa de Dios. Dios es importante, lo más importante en absoluto en nuestra
vida. Ésta es la prioridad que nos enseñan precisamente los Satos Reyes Magos.
Aprendamos de ellos a no dejarnos subyugar por todas las urgencias de la vida
cotidiana. Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo
plano otras ocupaciones - por más importantes que sean - para encaminarnos
hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo. El tiempo
dedicado a Dios y, por Él, al prójimo, nunca es tiempo perdido. Es el tiempo en
el que vivimos verdaderamente, en el que vivimos nuestro ser personas humanas.
Venid… vayamos a adorar al Señor.
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