Estando
ellos mirando fijamente al cielo mientras Jesús se iba, se les aparecieron dos
hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando
al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le
habéis visto subir al cielo». Entonces se volvieron con gran gozo a Jerusalén y
perseveraban todos constantes en la oración, con un mismo espíritu, en compañía
de María, la madre de Jesús.
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