martes, 14 de febrero de 2012

VIVIR LA PRESENCIA DE DIOS



Basta con una simple elevación del corazón. Con un simple recuerdo de Dios, un acto de adoración interior… Dios no nos pide grandes cosas: un simple recuerdo de vez en cuando, un acto de adoración, pedirle alguna vez su gracia, ofrecer unas veces nuestros sufrimientos, otras darle gracias. Estas oraciones,  por breves que sean, son muy agradables a Dios.
Cultivemos con fidelidad exquisita el ejercicio de esa presencia y la mirada interior a Dios  dentro de nosotros mismos, que siempre debe realizarse con suavidad, con humildad, con amor…
Debemos convertir nuestro corazón en un templo espiritual para Dios, donde adorarlo sin cesar. Para ello hay que velar para no hacer nada, ni decir nada que pueda desagradarle.
De la revista ORAR

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