12 frutos del Espíritu Santo:
Caridad | Gozo | Paz | Paciencia | Mansedumbre | Bondad | Benignidad | Longanimidad | Fe | Modestia | Templanza | Castidad
Caridad | Gozo | Paz | Paciencia | Mansedumbre | Bondad | Benignidad | Longanimidad | Fe | Modestia | Templanza | Castidad
En Gálatas 5:22-23 nos dicen:
"El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra
tales cosas no hay ley."
Cuando el Espíritu Santo da su frutos en el alma,
vence las tendencias de la carne que son:
Fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias, ebriedades, orgías y todos los excesos de esta naturaleza. (Gálatas 5, 19)
Fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, superstición, enemistades, peleas, rivalidades, violencias, ambiciones, discordias, sectarismo, disensiones, envidias, ebriedades, orgías y todos los excesos de esta naturaleza. (Gálatas 5, 19)
Naturaleza de los frutos Espíritu Santo y
la santificación
Al principio nos cuesta mucho ejercer las virtudes. Pero si perseveramos dóciles al Espíritu Santo, Su acción en nosotros hará cada vez más fácil ejercerlas, hasta que se llegan a ejercer con gusto. Las virtudes serán entonces inspiradas por el Espíritu Santo y se llaman frutos del Espíritu Santo.
La Felicidad
Cuanto más se apodera Dios de un alma más la santifica; y cuanto más santa sea, más feliz es.
Seremos más felices a medida que nuestra naturaleza va siendo curada de su corrupción. Entonces se poseen las virtudes como naturalmente.
Al principio nos cuesta mucho ejercer las virtudes. Pero si perseveramos dóciles al Espíritu Santo, Su acción en nosotros hará cada vez más fácil ejercerlas, hasta que se llegan a ejercer con gusto. Las virtudes serán entonces inspiradas por el Espíritu Santo y se llaman frutos del Espíritu Santo.
La Felicidad
Cuanto más se apodera Dios de un alma más la santifica; y cuanto más santa sea, más feliz es.
Seremos más felices a medida que nuestra naturaleza va siendo curada de su corrupción. Entonces se poseen las virtudes como naturalmente.
La comunión
frecuente perfecciona las virtudes y abre el corazón para
recibir los frutos del Espíritu Santo porque nuestro Señor, al unir su Cuerpo
al nuestro y su Alma a la nuestra, quema y consume en nosotros las semillas de
los vicios y nos comunica poco a poco sus divinas perfecciones, según nuestra
disposición y como le dejemos obrar. Por ejemplo: encuentra en nosotros el
recuerdo de un disgusto, que aunque ya pasó, ha dejado en nuestro espíritu y en
nuestro corazón una impresión, que queda como simiente de pesar y cuyos efectos
sentimos en muchas ocasiones. ¿Qué hace nuestro Señor? Borra el recuerdo y la
imagen de ese descontento, destruye la impresión que se había grabado en
nuestras potencias y ahoga completamente esta semilla de pecados, poniendo en
su lugar los frutos de caridad, de gozo, de paz y de paciencia. Arranca de la
misma manera las raíces de cólera, de intemperancia y de los demás defectos,
comunicándonos las virtudes y sus frutos.
PARA
PEDIR LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los amemos.
Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.
Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el por qué de ellas y sin quejarnos.
Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.
Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.
Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras.
Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.
Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.
Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir nunca de tentación a los demás.
Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.
Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso.
Así sea.
Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los amemos.
Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.
Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.
Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el por qué de ellas y sin quejarnos.
Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.
Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.
Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras.
Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.
Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.
Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir nunca de tentación a los demás.
Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.
Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso.
Así sea.
Del Catecismo
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