ALABADO SEA EL
SANTÍSIMO
SACRAMENTO DEL ALTAR
Adoración Eucarística de
Juan Pablo II
Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo
que nos llamas y que nos amas tal como somos.
"Tú tienes palabras de vida
eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios"
(Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha
comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y
donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu
Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido
al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre
nuestro.
Siguiéndote a ti, "camino,
verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y
"ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz
del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi
complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha
contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los
diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra
paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y
de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros"
(Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en
confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar
las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin
de todo.
Entrando en tu intimidad, queremos
adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones
fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE
ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere
ser también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y
velad conmigo" (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros
pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar
admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de
amigo y con una presencia de donación.
Aprendiendo este más allá de la
ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".
Entonces nuestra oración se
convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de cada
acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir
la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de
silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como
nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo
la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.
Juan Pablo II
ADORACIÓN, HONOR Y ALABANZA A LA
SANTÍSIMA TRINIDAD EN EL SACRAMENTO DEL AMOR.
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